Con las celebraciones de la Vigilia Pascual del sábado y de Resurrección el domingo concluye el ciclo litúrgico de la Semana Santa, o Semana Mayor. Desde el siglo XVII y bien entrado el siglo XVIII, al menos, en A Pobra do Caramiñal se sucedían tres domingos festivos y de procesiones de signo complementario: el domingo de San Lázaro, el domingo de Ramos y el domingo de Resurrección. En este último día se celebraba un segundo encuentro, con una imagen de la Virgen vestida de gala, que giraba en torno al crucero entre villas, las de A Pobra do Deán y O Caramiñal (actual praza de Galicia).
En tiempos presentes, y como en siglos de tradición vecinal, en los atrios parroquiales y dentro de las iglesias, puesto el sol y en la oscuridad de la noche del sábado santo, tiene lugar el ritual de encendido del cirio pascual, y luego del alba del domingo aquel otro de la bendición del agua. Pudiendo llevar los fieles que participan de estos actos como símbolo y elemento propiciatorio para protección de hogares, negocios, lugares de trabajo y campos, su candela o su frasquito de agua, cristianizados durante la liturgia específica por el sacerdote.
Luz y Agua son elementos de la Tierra valorados como esenciales desde la noche de los tiempos de la Humanidad. Para los creyentes de distintos credos, y para el particular del catolicismo, luz y agua son claves de vida, del resurgir humano. Testimonios de la Resurrección de Cristo y de su Triunfo espiritual luego de sus padecimientos. Y es que, aunque la imaginería y los desfiles procesionales de este ciclo pasionista ponen énfasis en los hechos de la traición, falsa acusación, tortura y muerte por crucifixión de Jesús como ser humano, nada de ese sufrir tendría sentido sin la apoteosis de su Resurrección. Del cumplir la promesa de existencia de una vida y realidad superiores.
Epílogo al ciclo de la Pasión de Cristo, sepultado al ocaso del día de Viernes Santo y confiados en su promesa de resurrección, esta procesión del silencio y de recogimiento de las personas que participan en ella, figura el dolor y las lamentaciones de María como madre de Jesús.
«Os caladiños» es un acto tradicional como pocos en Galicia, momento emotivo y de oración particular para los fieles que suman su Camino al Camino de la Madre de todas las madres que llora por el Hijo de todos los hijos. Una manifestación pública de penitencia y de esperanza, de ahí el silencio siempre, quizás sólo interrumpido por el compás de un tamboril triste, de ahí la multitud en silencio y portando una vela encendida como fuente de luz y símbolo de vida desde la noche de los Tiempos de la Humanidad. Un culto, el de la Virgen de los Dolores, que ha distinguido a los arzobispos de Santiago de Compostela desde el alba del siglo XVIII, con especial énfasis en el siglo XIX.
Este recogimiento y sobriedad de «Os caladiños» evoca aquellas otras procesiones antiguas que vivieron las generaciones pretéritas, nuestros antepasados, y que discurrían entre el convento franciscano de Santo Antonio da Pobra y la capilla de Ánimas de O Caramiñal. Y aún alguna que proseguía la jornada hasta el priorato de A Mercé. Gentes sencillas, imágenes solas, a la lumbre de hachones de cera, olor a incienso, sin acompañamiento de música si no rumores de rezo, recorriendo juntos paisajes costeros y rúas oscuras de un pueblo y villa rural.
MARÍA, MADRE DE DOLORES Imagen de bastidor Anónimo. Escuela compostelana Ca. 1755 Vestuario de corte isabelino Sta. Mª A Antiga do Caramiñal Fuente: Museo Valle-Inclán
CRISTO YACENTE De la antigua capilla de Ánimas Talla policromada Anónimo. Escuela compostelana Ca. 1752 Sta. Mª A Antiga do Caramiñal Fuente: Museo Valle-Inclán
El recuerdo de los sucesos de la Pasión de Cristo, narrados en los evangelios canónicos, congrega las principales celebraciones litúrgicas y manifestaciones de devoción popular durante los días de Jueves Santo y Viernes Santo. Complemento de los ritos que tienen lugar dentro de cada templo, las procesiones de imágenes y la gastronomía propia de Cuaresma se mantienen como costumbres; en los tiempos contemporáneos mayormente como tradición cultural y como reclamo patrimonial y artístico para descubrir las localidades que atesoramos esta oferta.
¿Qué vemos por las calles un Viernes Santo?
El desfilar de figuras escultóricas y una suerte de dramatizaciones alusivas a las estaciones, o pasos, del Vía Crucis protagonizado por Cristo, el líder sacrificado para triunfar como liberador del mundo. Viernes Santo se corresponde con la jornada donde Jesús, luego de ser condenado por Poncio Pilato, emprende su último camino, que le llevó del pretorio hasta las afueras de Jerusalén, donde se encontraba el lugar de su martirio. / Sucediéndose la salida de Cristo con la cruz a cuestas, sufriendo tres caídas. El Encuentro con su Madre, que iba en compañía de San Juan. La ayuda prestada por Simón de Cirene, que le ayuda a cargar la cruz. El episodio de la Verónica, que obtiene la Vera Efigie al limpiar su rostro. La Crucifixión en el monte Calvario, estando al pie de la cruz San Juan, la Magdalena y la Virgen. El Desenclavo y bajada de la cruz de Cristo, por piedad de Nicodemo y José de Arimatea. El recogimiento del Hijo muerto en brazos de su Madre. Llevando luego el cuerpo de Cristo al Santo Sepulcro, en espera de ver cumplida la promesa de su Resurrección. La suerte de pasos e imágenes tipo que procesionan en A Pobra do Caramiñal recrean plásticamente estos hechos.
Manifestaciones como el Encuentro, el Desenclavo, el Santo Entierro, tiene sus orígenes en la Edad Media y un desarrollo extraordinario en los siglos del Barroco, patrimonio cultural material e inmaterial, a la vez teatro litúrgico y procesiones penitenciales.
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
«Paso de la caída del Nazareno»
Sustituye a un paso anterior, citado en el s. XVIII
Grupo escultórico en talla policromada
José Rivas
1941
Sta. Mª. A Antiga do Caramiñal
Fuente: Museo Valle-Inclán
SANTA VERÓNICA
Nombre derivado del latín «vera icon», imagen verdadera
El recuerdo de los sucesos de la Pasión de Cristo, narrados en los evangelios canónicos, congrega las principales celebraciones litúrgicas y manifestaciones de devoción popular durante los días de Jueves Santo y Viernes Santo. Complemento de los ritos que tienen lugar dentro de cada templo, las procesiones de imágenes y la gastronomía propia de Cuaresma se mantienen como costumbres; en los tiempos contemporáneos mayormente como tradición cultural y como reclamo patrimonial y artístico para descubrir las localidades que atesoramos esta oferta.
En siglos precedentes las meditaciones sobre la Vida de Jesús acrecentaron el deseo de dar vida de nuevo, a través de las artes, al sufrimiento de Cristo, y para instrucción de creyentes propiciaron actos sacramentales, obras teatrales de contenido religioso y moralizante, que junto con la predicación sirvieron de inspiración a escultores, pintores, orfebres y músicos.
¿Qué vemos por las calles un Jueves Santo y Viernes Santo?
El desfilar de figuras escultóricas y una suerte de dramatizaciones alusivas a las estaciones, o pasos, del Vía Crucis protagonizado por Cristo, el líder sacrificado para triunfar como liberador del mundo. / Jueves Santo es la jornada donde se sitúan episodios como el Cenáculo; Jesús lava los pies a sus discípulos e instituye el sacramento de la Eucaristía en la Última Cena. Prosigue trasladándose al huerto de Getsemaní; donde permanece en oración hasta el momento en que soldados y jueces le vienen a prender por la traición de Judas. Se sucederán falsas acusaciones, tormentos y condena a muerte. La suerte de pasos e imágenes tipo que procesionan en A Pobra do Caramiñal recrean plásticamente estos hechos.